jueves, 11 de noviembre de 2010

Hormigón desarmado

Hoy mi acompañante fue Padre Carlo, otro de los misioneros de la Parroquia de San Pablo en Tondo. Con él, he podido constatar que en esta zona de Manila vivir en un edificio de viviendas no es sinónimo ni de mejor calidad de vida, ni de más higiene o seguridad.
Hemos subido los siete pisos de este inmueble, inacabado porque el gobierno que lo empezó perdió las siguientes elecciones y luego Marcos andaba demasiado ocupado llenándose los bolsillos y se olvidó de terminarlo.
En este edificio viven alrededor de 700 u 800 familias (sin contar a los 'ocupas' que han aprovechado algún rinconcito de la azotea o del hueco del ascensor que nunca se puso). El deterioro del lugar es flagrante, además de la falta de mantenimiento (pero eso es algo generalizado en cualquier infraestructura de esta zona de la ciudad), el azote de un terremoto a finales de los 90 hizo que el edificio temblara y se abrieran grietas en muchas partes de la estructura. El hormigón se va desprendiendo poco a poco, dejando al descubierto la armadura, y algunas columnas de la azotea están amarradas con alambres.
El chico que nos guía dentro del edificio, al peguntarle si no tienen miedo de vivir en un edificio en tan mal estado me comenta: 'la gente esta acostumbrada' ... como si eso eliminara el riesgo de que un día toneladas de hormigón te caigan encima de la cabeza.
Así que al final no se que es mejor, si hacerse una pequeña chavola debajo de algún puente, encima de endebles maderas sobre el río, al lado de 'territorio basura', o vivir en un edificio de viviendas que desafía la ley de gravedad cada día que pasa. Tú, ¿qué elegirías?. Esto es Tondo. Manila.

No hay comentarios:

Publicar un comentario